Hola, soy Paula Martín. Hace un tiempo viví una entrañable historia de amor, que he querido compartir con todos los internautas que se pasen por aquí. Viajad con vuestra imaginación a las playas, los campos, las casas de piedra y el sol de verano...
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jueves, 29 de julio de 2010

Episodio 12: conversación y pensamientos

Pasó algo extraño en los días posteriores al "incidente" en la playa. Laura, ya menos desconfiada con la idea de que yo le "robara" a su amorcito, volvía a ser amiga mía como siempre, y me confiaba todos los pensamientos sobre su relación con Javier, todo aquello que le sucedía con él, que tal día se habían besado y otras cosas de ese estilo.
Sin embargo, cada vez que me lo encontraba, en vez de imaginarme al chico guapo y sensible que evocaba cuando Laura me hablaba de él, y eso que tenía que hacer un esfuerzo para imaginarlo así, siempre me parecía el mismo chulo con cazadora-la cazadora es una de las cosas que más recuerdo de él ese verano-.
-¿Qué tal todo?-me decía cada vez, con ese aire insoportablemente indiferente. Era algo que yo no podía ni aguantar.
-Todo bien, como siempre-respondía con una sonrisa, por mi amistad con Laura; sino hubiera sido por eso, lo mandaría a paseo cada día que lo encontrase.
Y él, como siempre, me observaba sorprendido, como si esperase algo más que aquel breve intercambio de palabras, como si estuviera seguro de que yo hablaría horas y horas con él si pudiese. Nada más lejos de la realidad. Por impulso no me gustan los chicos malos, y menos si son por añadidura unos chulos baratos. Nunca. Ni loca. Hablando por teléfono con Mónica, mi mejor amiga de Barcelona, le comentaba:
-Ese chico es muy, muy raro. A veces parece que quiera hablar conmigo, menos cuando está Laura delante, entonces sólo me observa como siempre y se queda charlando con Laura de tonterías varias, como si no se atreviera a hablar en serio con su novia conmigo delante.
-A lo mejor es que le gustas-aventuró ella.
-¡Sí, claro! Además, si fuera así, conmigo lo tiene claro. No puedo soportarle.
-Del odio al amor hay un paso...-canturreó ella, burlona.
-¡No, en serio! Es el típico... "chulito" de ciudad... en un pueblo-expliqué.
-Entonces presentamelo-pidió Mónica, a la que le encantan los chicos malos, a diferencia de mí.
-Ya lo haré, adiós fea.
-Hala, adiós. ¡Y a ver si te metes un poco en Facebook que se te echa de menos por allí!
-Vale, vale... lo haré. Hasta luego.
Colgué el teléfono y me puse a pensar; "¿y si le gusto de verdad? no, es demasiado imposible... ¿para qué querría salir conmigo un chico como él, tan... pasota? Seguro que sigue con Laura mucho tiempo más, y además Laura es amiga mía y a mí él no me gusta, de modo que tampoco llegaríamos muy lejos. En realidad, ni siquiera le daría oportunidad de pedirme salir, ¡o Laura se moriría de rabia! Y para una buena amiga que he hecho aquí, no voy a perderla por un estúpido chico".
Decidí dar un paseo por la playa para aclarar mis ideas. Ese lugar, ya lo he dicho antes, me parece el mejor "pensadero" del universo entero.
Bajé por el pequeño sendero que conduce a la cala desde la casa de mi abuela, tan bien situada para estas ocasiones. Era casi la puesta de sol, y pensé en que tal vez Javier y Laura estarían allí, en plan romántico... pero no tenían por qué estar allí ese mismo día, ¿no? Seguro que cada cual estaría en su casa o en el solar que parecía ser el punto de reunión de la pandilla.
-Mamá, voy a salir un rato a la playa-avisé a mi madre, que aparecía en aquel momento por el jardín.
-¿Con quién vas?
-Voy sola, mamá-suspiré. A veces me fastidia que intente controlarme de esa manera; ya soy mayorcita, ¿no?
-Vale, cariño, pero vuelve cuanto antes. Esta noche habíamos planeado ir a cenar toda la familia a Mario's. Ya sabes, han pasado unos cuantos días y todavía no hemos hecho un plan juntos.
-¡Genial!-dije. Aunque ahora tenía amigos que pensaban que ir a cualquier sitio con padres era de idiotas, tampoco me importaba demasiado; yo no soy de las que se sienten incómodas con su familia, creo que porque les quiero de verdad, así que no tengo reparos en ir con ellos al cine o a cenar.
Bajé a la playa, pensando en todo aquello que Mónica me había dicho. No imaginaba lo que iba a encontrar en la playa...

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