Hola, soy Paula Martín. Hace un tiempo viví una entrañable historia de amor, que he querido compartir con todos los internautas que se pasen por aquí. Viajad con vuestra imaginación a las playas, los campos, las casas de piedra y el sol de verano...
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sábado, 28 de agosto de 2010

Episodio 24: un paseo por la playa

Salimos de Misa a las doce en punto. Me quedé fuera y le dije a mi abuela que podía ir volviendo a casa, porque yo iba a hablar con un amigo.
Esperé sola a Javier, que tardó bastante en salir de la iglesia. Aquello me sorprendió, ya que la Misa había acabado hacía por lo menos un cuarto de hora. Unos cuantos amigos de mis abuelos y algunos chicos del pueblo me vieron y se quedaron charlando allí conmigo, pero al final me quedé yo sola en la placita enfrente de la iglesia.
Cuando ya pensaba que a lo mejor él se había marchado por otro lugar, o se había quedado dentro con el sacerdote, ayudándole a recoger, y me iba a marchar, salió.
-¡Paula!-me llamó. Me di la vuelta y le vi ahí, sonriente, muy distinto de como le había visto momentos antes.
-Hola, te estaba esperando-le dije. Nos pusimos a caminar lentamente en dirección a la playa.
-¿Para qué me esperabas?-me preguntó mientras andábamos.
-Bueno, yo me he enterado de lo de Laura, y quería saber qué tal estabas... ya sabes, después de lo que hablamos, además, el otro día...
-Sí, y supongo que te enteraste de la bromita de Blanca.
-Ya... tuve una "conversación" con ella cuando Laura me lo contó.
Javier se paró. Ya habíamos llegado a la playa. Se sentó en la arena, como aquella vez, hacía unas semanas.
-La verdad es que no me duele mucho romper con Laura. Es una buena amiga, pero nada más-suspiró-mejor dejarlo así. Llevábamos demasiado tiempo con esta tensión. Romper es lo mejor que ha podido hacer.
-Pero entonces-repliqué yo-¿por qué no habías roto ya con ella?
-Porque no quería enfadarme con ella, y hasta hace unos días, estoy seguro de que se hubiera enfadado. ¿Por qué lo preguntas?-me miró con picardía-¿celosa?
-Ya quisieras-sonreí, tumbándome en la arena.
Nos quedamos así, en silencio, pensando cada uno en nuestras cosas, que eran exactamente las mismas. No quería pensar en él, pero era realmente difícil teniéndole a mi lado, mientras los rayos de sol me dañaban los ojos.
-Bueno, yo voy a tener que irme ya-dijo él, levantándose y desperezándose-hasta luego.
-Adiós.
Le observé marcharse, y él se giró un momento para decirme adiós con la mano. Le saqué la lengua y me volví a tumbar.
Cinco minutos después de que se hubiera marchado, noté que había alguien a mi lado. Pensé que habría vuelto, así que abrí los ojos.
-Hola-dijo Blanca, sonriendo maliciosamente-veo que los paseos entre tú y Javier son ya muy frecuentes. A Laura le interesará saberlo...
-No creo que le importe, ahora que ha roto con él-le contesté, haciendo pantalla con una mano sobre mi frente para protegerme del sol. Pude ver perfectamente su expresión de júbilo.
-¿Han roto? Entonces, yo de ti no me acercaría mucho a él. Lo digo porque Laura es realmente celosa con este tema...
-No tanto como tú, eso seguro. Sobretodo si ha sido ella quien ha roto.
Me levanté y me fui. Cuando ya estaba en el límite de la playa, oí a Blanca gritarme:
-¡Eso no cambia nada, cariño! ¡Si no quieres más problemas con Laura, mejor aléjate de Javier!
Aunque Laura me había asegurado que no pasaba nada, las palabras de Blanca me inquietaron. ¿Tendría razón? ¿Y qué debía hacer? ¿Seguir los sentimientos de Laura o los míos propios?

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