Hola, soy Paula Martín. Hace un tiempo viví una entrañable historia de amor, que he querido compartir con todos los internautas que se pasen por aquí. Viajad con vuestra imaginación a las playas, los campos, las casas de piedra y el sol de verano...
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jueves, 25 de noviembre de 2010

Capítulo 1: Verano... el comienzo

Aquel verano iba a ser como los demás. Nada distinto, todo igual.
Pero no fue así.
Aquel verano conocí a una chica especial.
Aquel verano conocí a una amiga de verdad, de ésas que no se olvidan con el paso del tiempo.
Aquel verano... fue el comienzo de todo.
Puede que ésta no sea una historia de amor, que no lo es... es una historia de amistad. Simple y perfecta amistad. Totalmente cierta y creíble, al 100%, no como la otra. Y esta vez digo la verdad. Salvo por algunas inventadas, esto será cierto. Sobre todo porque Horse Whisperer, mi última seguidora, es parte protagonista de la historia, y querría, o eso creo, que fuera cierta.

El caso es que aquel verano, como los últimos tres veranos, iba a pasar el mes de julio en un campamento de caballos. Y así lo hice. Mi padre era el director, así que yo me sentía como la reina del mundo, ¡yendo y viniendo entre la gente como una diosa! Claro que todos eran amigos míos, así que estaban acostumbrados a ver a la "hija del jefe", y mi padre me hacía tan poca preferencia que ni lo parecía.
Entonces, la última semana, cuando mis dos amigas llevaban conmigo cerca de un mes, llegó la novata. Vestía una falda y una blusa, y sonreía nerviosamente al grupo de chicos y chicas que iban a ser sus compañeros durante la próxima semana (y si decidía seguir yendo a esa hípica, probablemente durante el próximo año).
Lo primero que pensé... voy a ser sincera; pensé que era una pija por venir con falda a una hípica. Además, cuando yo tengo formado un grupo de amigos, no me gusta que venga una persona más a acoplarse y desbaratarlo, sea quien sea, desde el vagabundo de la esquina hasta Hannah Montana.
Tras saludarnos y después de que mi padre nos presentara-un saludo cortés y una sonrisa fue lo más a lo que llegamos en aquel momento-, nos dirigimos hacia la clase de equitación. La nuestra era una monta a lo western, al más puro estilo vaquero, y ella, lo reconozco, montaba de maravilla. Diría lo que quisiera, pero a la hora de montar... era algo increíble. Su nombre? Mónica... aunque yo, confundiéndome por alguna razón inexplicable, la llamaba Carolina.
Así comenzamos nuestra relación superficial como simples conocidas... no teníamos nada en común, a primera vista, la una con la otra: yo, payasa, bromista, tratando de llamar todo el tiempo la atención, nunca callada, siempre animada, inmadura a más no poder aquel verano, que por alguna razón, me volvió tonta (aunque por suerte ya he recuperado el sentido de la normalidad); y ella por el otro lado, más mayor, más guapa, más callada, más madura, mejor amazona, más elegante, y mucho menos animada, supongo que por la timidez y por el poco caso que le hacíamos a veces, ya que era la nueva y nosotras viejas amigas.
¿Quién diría que aquello terminaría en una sólida amistad?

3 comentarios:

  1. uuummmmm tiene buena pinta =) me gusta, un beso!! =D

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  2. sta way. ademas creo k tambn es uno d los temas mas interesantes en la dolescencia ademas del amor, la amistad...:)

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  3. por si te interesa conocer la ora versión de la historia, mira www.noviembre--dulce.blogspot.com

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